Para cumplir con las estrictas normas en materia de emisiones, introducidas en 2009, todos los nuevos vehículos con motor diésel están equipados con un filtro de escape. Se conocen también con el nombre de filtros de partículas diésel (DPF). Los vehículos equipados con un DPF tienen un control de emisiones más eficiente. Los DPF recogen de manera eficiente las partículas de los gases de escape, ayudando así a reducir las emisiones de la salida de escape.
Ciertas condiciones de conducción, como recorrer frecuentemente distancias cortas, con tráfico lento o a bajas temperaturas, pueden no ser propicias para la regeneración. Cuando esto ocurre, se muestra un testigo en el cuadro de instrumentos.